lunes, 29 de febrero de 2016

Educación: pedagogía para la vida.

Estoy convencida de que la educación es el pilar fundamental para un desarrollo personal rico y equilibrado. Y no sólo eso, creo que es el medio a través del cual no sólo conseguir personas que lleguen a exprimir su máximo potencial, sino llegar a ser personas que trasciendan las necesidades egóicas y tengan en mente el bien común y la supervivencia del mundo, construyendo equilibrios tanto en los ecosistemas naturales como en los sociales y personales. 

Esto requiere combinar la educación tradicional de saberes en materias como lengua, matemáticas entre otras, con la educación emocional y corporal, de modo que la formación sea completa e integre lo relacional, con una misma y con el mundo.

Si conseguimos formar personas que aprendan a contactar con su ser esencial, a reconocer sus emociones, que no teman sentir, que aprendan a escuchar y a escucharse, es muy posible que detecten qué les apasiona y puedan explorar los caminos que se abren para ejercer en la vida eso que constituye el motor de la vida en plenitud, que es ejercer aquello que te hace vibrar y que te permite un modus vivendi, con la idea incorporada de que esa actividad esté alineada con una mejora del entorno. Es decir, educar para que cada cual pueda vivir de lo que le gusta, contribuyendo a mejorar el mundo. 

Desde mi experiencia como alumna primero y como docente después, me doy cuenta de las dificultades que actualmente se vive en las aulas y fuera de ellas. Básicamente son dificultades de relación y de escasez de motivación.

Vivimos en una sociedad hiperestimulada, en la que no hay tiempo para procesar todos los inputs que nos llegan. Los jóvenes se aburren y toleran mal el esfuerzo. Por eso estoy convencida de la necesidad de implementar dentro del curriculum materias que entrenen el silencio y la meditación, por un lado, como entrenamiento para centrarse. Y también materias curriculares que entrenen  el contacto con las necesidades y emociones, a través del movimiento. Ambas modalidades conforman técnicas de aprendizaje para la vida y para las relaciones, ya que somos seres sociales.

La práctica del silencio, la meditación, el centramiento, el trabajo corporal, son entrenamientos imprescindibles hoy para formar a esas personitas que están situándose en un mundo caótico, grande y superpoblado. ¿Porqué imprescindibles? Porque necesitamos volver a un tempo humano. En la vorágine actual es imposible contactar cada una consigo misma. Y sin contacto con el interior propio, es fácil perderse y no encontrar un sentido de vida, que es precisamente el motor para la motivación y el propio desarrollo personal.
Educar entonces deviene un camino de toma de conocimientos, combinada con una toma de conciencia de la propia naturaleza. Hemos de recuperar la capacidad de ver el mundo y verme a mi, y la de saborear y valorar la vida como un gran regalo, como un premio gordo, que nos ha tocado a todas las que estamos aquí. La observación requiere tiempo. El darse cuenta requiere observación.

Ya no es sólo mantener la educación en valores, sino que se trata de incorporar espacios y tiempos de contacto con uno mismo y con los otros. Así, las escuelas de primaria y secundaria son el lugar ideal para crear estos espacios y tiempos donde entrenar el darse cuenta y la libre expresión, siempre desde el respeto por una y por los otros.  Espacios para entrenar el " me doy cuenta de ...", " estoy sintiendo tal..." , y en los que movilizar la propia energía con conciencia de libertad y de ampliación de creencias limitantes.

A través de distintas técnicas podemos identificar y entrenar nuestras capacidades y potencialidades. A veces nos convencemos de que no somos aptos para algo y sin embargo estamos en un error debido a un introyecto -idea aprendida que damos por cierta-.

Dice  Salvador Rodríguez Ojaos : "La escuela debe ser una institución donde se enseña más allá de las disciplinas académicas, debe ser un espacio de creación de cultura, de socialización, de convivencia".                         
                                              ( ver www.salvarojeducacion.com)

Estoy de acuerdo con él y creo que la escuela siendo ya un poco eso, necesita crear cultura y ha de empezar a dar tiempos y espacios para el aprendizaje de quiénes somos , para aprender a escucharme, para entrenar mi relación conmigo, con las otras personas y con el mundo desde la simplicidad y la escucha.

Aprender a ver lo obvio y a ser lo que somos, algo que no es nada habitual y sí muy necesario.







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